Paranoias del niño hombre

Aqui va otro texto para que no os aburrais. Y elegido por petición popular (1 persona cuenta como calificativo de popular?) Que lo disfrute señorita Lucidique.

Érase una vez, un niño. Desde que tuvo uso de razón, nada le gustaba más que sentarse en plena calle. Se iba por la mañana temprano, se sentaba en un banco cercano a su casa, y allí, observaba a la gente pasar. Personas de todo tipo desfilaban ante los atónitos ojos del niño, que se agrandaban al verlos ir y venir mientras imaginaba que sería de las vidas de las personas que veia. De esta manera aquel niño pasaba el día entero. No comía, no iba al colegio, no hablaba ni hacia nada que le distrajera de su entretenimiento. Muchas veces veía a los mismos, llegando a imaginarse rutinas para cada uno de ellos. Salían, entraban, llevando cosas a veces, y a veces, no llevando nada. También sucedía a menudo, que veía a alguien nuevo, que luego no volvía a ver nunca mas. Pero aquel niño no creció, en cambio los niños que vio mientras estaba sentado en el banco, si lo hicieron y simplemente eran los mismos los que pasaban por sus ojos, pero a la vez, tan diferentes, tan acompañados. Pero resulta, que aquel niño, no era un niño, sino ya un hombre. Y el banco no era banco, sino una mente. La calle no era calle, sino toda una vida, mientras los días no eran días, sino años, las personas, sentimientos y por mucho que mirara otras vidas, aquellos sentimientos siempre eran ajenos. El niño-hombre se dio cuenta de que nunca supo lo que fue sentir, solo en las vidas de los demás, pero quizás ya era demasiado tarde, quizás pasaron demasiadas personas por su calle. Sus ojos se llenaron de lágrimas y aquel niño-hombre por fin sintió algo, aunque solo fuera dolor. Y supo que el vacío que ahondaba en su pecho, seria el único que le acompañaría hasta que dejaran de pasar personas por su calle. Aquel niño-hombre aun sigue en el banco y aun sin nombre, es leyenda.