miércoles, 8 de octubre de 2008

La cibersexología del verso

La sombra se sentó frente al ordenador y abrió su carpeta de musas. La sombra busca inspiración. Una luz roja le anuncia su disponibilidad y pincha sobre una de ellas.
Habla con ella, interactúan, se mezclan, y pronto comienza la reacción. La sombra siente como crecen en su interior las ideas. Deja que fluyan, abre las barreras, estas escapan por su cuerpo dando calambrazos por donde pasan. La musa comienza a reaccionar a su vez y sigue estimulando a la sombra creativa.
La sombra necesita el odio de la musa. Con cada aceleración del pulso de ella, la sombra escribe una letra más. La musa será el espejo donde se mire, y cuanto más turbia esté el agua, con más nitidez saldrán las palabras estancadas. La inspiración se agita con fuerza, la sombra escribe ahora más rápida, casi violentamente. Musa y sombra se mezclan en el odio, pero ninguna de las dos decide parar la interacción. La excitación crece por momentos. La sombra le pide más, nunca tiene suficiente, nunca se calma.
La musa agita acaloradamente su mente mientras su esencia no da más de si.
La sombra deja de ser consciente de sus palabras, ahora ellas fluyen tal cual nacen, y siente como le devoran poco a poco por dentro, mientras la excitación aumenta más y más. Pronto la sombra siente la necesidad de explotar, le dice a su musa que no aguantará mucho más tiempo, la musa en un primero-ultimo y desesperado intento de acabar la mezcla, le susurra que lo haga sobre ella. La sombra se abandona. Una gota negra cae en su mente y disuelve las últimas letras. Siente escalofríos y de sus labios los aullidos empujan las letras que quedaban por salir. Derrama con furia sus versos sobre el teclado, letras caen sobre letras, conformando un metalenguaje sexual. La musa se siente exhausta y partícipe de un todo literario universal. La sombra observa el texto que tiene delante. La mezcla, ha concluido.

2 comentarios:

Soy Leyenda dijo...

Al final ha quedado un buen título, Libe. No era tan dificil. Que lo disfrutes.

Anónimo dijo...

Han pasado horas desde que lo empecé a leer hasta que te he contestado, xq se me ha caído unos libros de la estantería (no, no temas, no me ha dado en la cabeza y me ha dejado aún peor) y entre que los colocaba y eso...
Me ha gustado mucho.
Veo que Calíope no te trata mal.