lunes, 26 de enero de 2009

Contemplé mis propias manos, la sangre caia entre los dedos. Lo curioso de observar tu misma sangre resbalando es que te hace ser consciente de que la herida, no es tan grave. Ya es suficiente. Déjame a mi. Puso sus pequeños dedos sobre mis párpados y me los cerró.
- Ya no necesitas ver, descansa.
Ahora, yo seré tus ojos. Tu solo bombea sangre,
que yo sabré como encauzarla.
Intenté ser uno más, fracasé. Que el viento me lleve alla donde mi sangre, aun sea caliente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si consideras que fracasaste es porque quieres y te interesa pensarlo, es mas facil y orgulloso. Nunca se debe dejar de intentar, sobre todo si te vale la pena lo que pierdes.