jueves, 17 de julio de 2008

Me has puesto nombre ya?

Es curioso como puede llegar a atraernos algo o incluso alguien que nunca hemos visto, que no sabemos como es o que ni siquiera existe. Creado por y a partir de nuestra mente, experiencias, formas de ser y sobretodo, palabras. Palabras que evocan formas de ser, que elaboran experiencias, hasta quedar ligado a tu propia mente.
No es que tengamos miedo a lo desconocido, sino que sencillamente no lo soportamos. De esta forma, cualquier señal o pequeño indicio, por muy frágil en argumentos que sea, activará nuestro afán clasificatorio. Y esta barbarie clasista, lo hacemos con las personas. Cogemos sus palabras, sus gestos, su mirada, su sonrisa… ponle un nombre y entonces creeras conocerle.

Yo no tengo nombre.


A la espera de recibir uno que tu me asignes. Hasta entonces, estas palabras te descentrarán, crecerá en ti por igual la curiosidad y la ansiedad de no saber donde te llevarán. Son palabras sin dueño, sin emisor y por tanto, sin destino al menos, aparentemente. Mientras, sigue mis palabras dejando que estas acaricien tus ojos, sumérgete en la imagen que con tu mente construyo, susurra sin ser consciente el nombre que de tus labios nace, y ahora, mírame…

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